lunes, enero 07, 2013

¿Dónde está el déficit de tarifa en Alemania?

Instalación en Adlershof - Alemania
Autor: Chmee2 Licencia CC3
Uno se debería preguntar, si como quiere apuntar algunas fuentes tendenciosas, si el famoso déficit de tarifa en España es debido a la prima de la energía fotovoltaica respondiendo a las siguientes cuestiones:

(1) ¿Porqué las continuas subidas del precio final de la electricidad para el consumidor no logran embridar semejante problema? 

(2) ¿Porqué las duras y controvertidas medidas de ajuste sobre las primas no se están traduciendo en una reducción del ajuste en la contribución de las mismas al llamado déficit de tarifa?

(3) ¿Porqué otros países con similares o mayores desarrollos de la fotovoltaica no sufren este problema?

La primera de las preguntas nos debe llevar a analizar el desglose de los conceptos que alimentan el dichoso déficit. Recordemos que ya en su día definimos el concepto en la entrada Reforma del sector eléctrico. Básicamente el coste del kW de electricidad que paga el consumidor final responde en un 50% a los costes de generación convencional, y se fija mediante 4 subastas de carácter trimestral, y en otro 50% a los llamados peajes o costes del sistema (es decir el deficit, la deuda del déficit, las primas, los costes de distribución, los costes de los organismos públicos, ...).

La diferencia entre los anteriores costes previstos y el coste "real" es lo que se llama Déficit de Tarifa. Entrecomillo el término "real" porque al no existir una auditoría y transparencia en todos los costes del sistema, ese déficit nunca ha sido explicado de manera sencilla y acaba siendo un acto de fé que se haya generado. Pasamos de estar interesados en saber como se genera a buscar el culpable de la generación del mismo. O lo que es lo mismo pasamos de preocuparnos de las causas reales de la enfermedad a tratar solo los síntomas.

Si el Déficit de Tarifa se debiera solo al incremento de los conceptos de intereses de la deuda y de las primas a las renovables, el reparto entre los costes de generación y los peajes se hubiera debido desequilibrar drásticamente en los últimos cuatro años. Sin embargo estos mantienen una curiosa tendencia al equilibrio del 50%. Curiosamente los costes de generación convencional tienden de manera sospechosa a subir a la misma velocidad que los peajes, retroalimentando el crecimiento del Déficit de Tarifa. Es decir la factura de la luz sube para el consumidor final al doble de la velocidad de lo que sería necesario para mitigar el problema, los beneficios de las grandes eléctricas se mantienen estables y sin embargo el problema sigue creciendo. 

Sirva de botón de muestra que la propia CNE (Comisión Nacional de Energía) ha manifestado, de manera pública y en repetidas ocasiones, las sospechas de que las subastas para fijar el coste de generación a través de la llamada TUR (Tarifa de Último Recurso) podrían no ser fieles a los costes reales. De hecho la propia CNE perdió la capacidad de auditar dichos costes cuando a principios de la década del 2000 dejó de analizar los costes para fijar lo que entonces se llamaba como tarifa de referencia. Esto hace, que a fecha de hoy, los únicos costes transparentes sean los de las energías renovables, lo que resulta irónico. Como ejemplo se puede destacar el coste de generación de la central nuclear de Garoña que ha pasado según los propios argumentos de sus dueños de ser una gran pérdida para el sistema (al ser una central completamente amortizada pero con plena y segura capacidad de operar) a ser una fuente de grandes pérdidas económicas por los nuevos esquemas fiscales. Y nadie ha dado explicaciones adecuadas.

Todo ello me lleva a concluir, que en un sector regulado como es el caso con una situación de oligopolio de facto, la dejación de funciones por parte de la Administración a la hora de controlar los costes reales y la falta de transparencia de los mismos está llevando a un descontrol en los precios que se repercuten al usuario final y a la existencia de una deuda política cuando menos cuestionable.

La segunda de las preguntas tiene su intríngulis. Siendo cierto que a las instalaciones fotovoltaicas se les ha aplicado un ajuste de dudoso carácter legal, y que en el mejor de los casos ha puesto en la picota la seguridad jurídica del país, no parece que se esté reflejando en los costes de las primas al sector de las renovables. Dichos recortes para situar al lector ajeno al sector suponen un recorte de las primas en el entorno del 30%-35% en el periodo 2011 a 2013 y del 20%-25% en los años posteriores. Una parte importante (rondando el 30%) proviene de la limitación de horas de producción primadas y otra parte del nuevo impuesto del 7% a la generación (normalmente los impuestos se aplican a los beneficios pero en este caso la creativa administración los ha diseñado para ser aplicados a la propia prima que el estado define con lo cual de facto son un recorte directo). Además, a diferencia de lo que ocurre con las tecnologías convencionales, el IPC en las instalaciones fotovoltaicas está minorado en un 0,5% para que se produzca una convergencia con el paso de los años.

El ajuste duro que se ha aplicado a las instalaciones fotovoltaicas se está dilapidando por el crecimiento sin control en las primas a las plantas termosolares y las plantas eólicas. La diferencia entre las primeras y las dos últimas clases de instalaciones es que aquellas pertenecen en su mayoría a pequeños inversores y estás a grandes grupos empresariales. A pesar de la moratoria tanto las plantas termosolares como las eólicas han proseguido su despliegue incrementado los costes por encima de los ajustes que se han aplicado a las instalaciones fotovoltaicas.

Esto vuelve a ser una dejación de funciones por parte de la administración que en este caso pagan a través del Déficit de Tarifa los usuarios finales y a través de la perdida patrimonial los afortunados poseedores de instalaciones fotovoltaicas que en su día confiaron en la "Palabra de Ley" del Estado y la famosa "Garantía Jurídica". Palabras huecas.

La tercera de las preguntas es más dolorosa. En Alemania, a fecha de hoy, hay más de 1,3 millones de instalaciones. El coste de las ayudas a las energías renovables, que se repercute de manera directa al usuario final (como en su día se hizo en España con el tema de la moratoria nuclear) en forma de 5,3 c€/kWh se considera una inversión que está haciendo la sociedad alemana para el desarrollo de una industria puntera que será fuente de generación de riqueza tanto en el propio mercado nacional como en exportación.

Si sumamos el coste del kWh de producción eléctrica más el recargo de 5,3 c€/kWh para financiar el sector renovable veremos que el coste de electricidad para el consumidor final en Alemania es más alto que el que tenemos en España. Por lo tanto no es cierto que nuestro sistema de apoyo a las energías renovables esté disparando el coste de la electricidad por encima de los países de nuestro entorno afectando a nuestra competitividad. Lo que si es cierto es que el artificio contable del Déficit de Tarifa en Alemania no existe, porque en realidad es un artificio contable de origen político.

Si me lo permiten, otra muestra más de dejación de funciones de la Administración. Todo el esfuerzo para desarrollar una sector industrial puntero (no conozco muchos ejemplos de ello en nuestra economía) se está dilapidando. Todo lo que supuso la creación de un tejido industrial que generó decenas de miles de puestos de trabajo y que atrajo inversión extranjera de la que estamos tan necesitados no ha sido utilizado para la creación de una industria que suponga un puntal en el desarrollo económico de los años venideros. No sugiero que se deba seguir fomentando en base a subsidios el desarrollo del sector porque de hecho en mi modesta opinión los desarrollos futuros no deberían necesitarlos pero me parece un desperdicio dilapidar la garantía jurídica, llevar a la quiebra a un tejido de pequeñas y medianas empresas, y denostar la tecnología propia.

Por último, como he querido dejar claro en el artículo, la responsabilidad de la Administración en el desaguisado actual, no importa su color político, es total. Las cosas no se arreglan inventando impuestos, destruyendo la seguridad jurídica de Reales Decretos, o favoreciendo a los grandes oligopolios. Nos merecemos mejores administradores.