domingo, marzo 20, 2011

Probabilidad y Consecuencia


En cualquier proyecto que se desarrolla se tratan de controlar los riesgos en función de su probabilidad de ocurrencia y la severidad de las consecuencias si el riesgo se llega a materializar.

Cuanto más severas son las consecuencias, tanto mayor es el esfuerzo de reducir al mínimos las probabilidades de ocurrencia por muy costosas que sean esas medidas. En estos entornos de gestión del riesgo existen dos sectores que por antonomasia son excelentes en la gestión de los riesgos: el sector aeronáutico y el nuclear.

En su día, mientras colaboraba en el desarrollo de un nuevo avión, alguien me dijo "no importa cuan baja sea la probabilidad de que el avión se pueda caer, porque si existe, aunque sea ínfima, acabará por ocurrir". Me pareció apocalíptico y en mi interior descarte la advertencia porque para algo diseñábamos el sistema de modo que la probabilidad de pérdida del avión fuera de 10e-9 (o sea la mil millonésima parte de un 1%). Un año más tarde nuestro prototipo se estrelló.

Digo esto, porque una vez que ya ha pasado la histeria del suceso de Fukushima Daiichi y aparentemente nos aproximamos a la gestión de un accidente de manera controlada, no dejo de oir en la prensa y en las tertulias de opinión valoraciones demagógicas o interesadas que son capaces de encontrar argumentos a favor o en contra de la energía nuclear de lo más variopintos.

Si existe riesgo de que se produzca un accidente nuclear este se producirá. Esto es un hecho.

Cuanto mayores sean las medidas de control de ese riesgo más aumentará el coste. Esto es un hecho.

En aviación existe un interés paranóico en determinar las causas de cualquier incidente o accidente hasta tal punto que se postpone la determinación de responsabilidades penales o civiles y se invierte el tiempo que se precise en la investigación. La razón no es trivial, lo importante es encontrar las razones verdaderas para diseñar los cambios en el diseño, operación o gestión necesarios para evitar que se vuelva a repetir la situación. Por eso los profesionales aeronáuticos se exasperan ante la demagogia o precipitación de periodistas, políticos u otros profesionales de la opinión que buscan explotar la inmediatez del suceso para usos particulares o interesados. Que cada cual haga la lectura que quiera y lo aplique al accidente de Fukushima Daichii.

Los aviones no son baratos y como ya he afirmado en otros artículos la energía nuclear no es la más barata de las energías, más bien al contrario como la lógica demuestra. Ocultar los costes no es inteligente porque crea espejismos que cuando se rompen pueden hacer más daño que la propia realidad. Lo que es un hecho incontestable es que el mercado no se fía de las bondades nucleares. Las centrales se construyen sólo cuando es el Estado el motor y garante del proceso por que los costes son desmesurados. No existe iniciativa privada real sin esa garantía estatal. Las aseguradoras no quiere saber nada de estos riesgos y por eso los estados han limitado los riesgos financieros a los que deben hacer frente los operadores.

Desde los inicios de esta tecnología, el coste y el periodo de construcción de una central casi siempre han sido el doble o el triple del previsto en el plan de negocio como bien demuestra un informe de EEUU sobre 75 centrales estudiadas. El último caso es el de la central en construcción desde 2003 en Finlandia que se presupuestó para cuatro años y 3.000 millones de euros. Actualmente se prevé una duración de la construcción de 10 años y un coste que se aproxima a los 6.000 millones de euros sin saber todavía que nuevos requisitos se derivarán del accidente de Japón.

Los daños esperados a fecha de hoy son indeterminados como bien indica una aproximación matemática (0 x oo = Indeterminación). 0% de probabilidad de accidente por cuantiosos posibles daños derivados del accidente nos lleva a no saber que es lo que ha ocurrido todavía.

Pero si me lo permiten, decir que vamos a sustituir la nuclear por renovables es otra demagogia. Como he indicado en otros artículos la nuclear por su operación se dedica a la llamada carga base del sistema y las renovables por su variabilidad no. En realidad la nuclear a corto solo puede ser sustituida por los ciclos combinados de gas, y esto aumenta la dependencia de ciertos países geopolíticamente complejos. Los espectaculares incrementos del valor de las acciones de las empresas renovables resultan inentendibles.

Necesitamos un debate serio y ordenado sobre el futuro de la energía. Y dejar que Japón gestione, sin estridencias alrededor, como han demostrado para admiración del resto del mundo.

martes, marzo 01, 2011

A 67 Km/h hasta que nos jubilemos a los 110 años


No soy tan ingenioso como para ser el autor del título de este artículo, pero me enamoró su aplastante descripción y no he podido evitar el utilizarlo. Y menos hacerme eco de una medida diseñada para dar respuesta a la crisis de Libia.

Comentaba en el artículo anterior los efectos perversos de la manipulación de la fiscalidad de los combustibles destinados al transporte y el error de pecar de optimismo a la hora de elaborar unos presupuestos generales del estado. No es el hecho de que los presupuestos de 2011 se elaborasen con una previsión del coste del barril de petróleo de 84 €, sino que el esquema global se diseño en 2008-2009 con una previsión del precio del barril en el entorno de 50 €.

Entrando en harina sobre el plan de contingencia ante la situación presente que se articula sobre 3 vias:
- Reducción de la velocidad de 120 Km/h a 110 Km/h en autovias y autopistas.
- Reducción de precios de trenes de cercanias y trenes de media distancia
- Incremento del uso del biodiesel desde el 5,8% actual hasta el 7% con caracter obligatorio

Sobre la primera medida poco puedo decir. Quizas que si nos atenemos a lo que indica el Ministro de Industria supondrá un 3% de ahorro en el total de las importaciones de petróleo que se verán reducidas en 1.400 m€. Como por cada euro que nos cuesta importar el combustible el estado recauda otro euro via impuestos especiales e IVA, esto significa que se dejarán de recaudar 1.400 m€ al año.

Sobre la segunda medida poco que decir, de hecho estoy encantado.

Al respecto de la tercera medida hay que hacer una serie de observaciones. En España se consumieron en 2009 24 millones de toneladas de gasoil de automoción de acuerdo a datos de CORES (Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos) organismo dependiente del MITYC (Ministerio de Industria Turismo y Comercio). El incremento del 1,2% supone introducir en el sistema unos 340 millones de litros de biodiesel. A precios de Enero de 2011 esto supone desplazar gasoil por valor de 400 m€, lo que significa otros 200 m€ menos de ingresos en las arcas del estado.

Es decir esta medida supondrá un menor ingreso de 1.600 m€ en concepto de impuestos.

Pero el mundo de las energías renovables debería estar muy satisfecho; 340 millones de litros de biodiesel encontraran un nuevo mercado ¿o no?

Pues va a ser que no. El biodiesel en estos momentos se importa porque los costes en origen se encuentran subvencionados y en destino se ven exentos de impuestos. Esto significa que prácticamente todas las plantas de producción en España están paradas porque resulta más barato importar. Y para colmo de males esto significa que los 200 m€ no nos sirven para reducir nuestra dependencia energética externa.


La anterior gráfica la he elaborado a partir de datos de APPA (Asociación de Productores de Energías Renovables). En barras se puede apreciar la capacidad productiva que se va instalando y en la línea roja el objetivo ambicioso que se ha planteado el gobierno (y que además en su mayoría se importará).