miércoles, septiembre 11, 2013

El debate sobre el 'fracking'

Artículo de opinión publicado en Diario de Navarra el día 8 de Septiembre de 2013

El Santo Grial de los tiempos modernos es la búsqueda de las fuentes de energía abundantes y baratas. El gas de esquisto, "shale gas", o gas de fracking es nuestro Santo Grial moderno hasta tal punto que ya nos hemos olvidado un poco de la fusión nuclear.

Es gas natural que se encuentra atrapado en formaciones rocosas y arcillosas de muy baja permeabilidad, y micro adherido a dichas formaciones. En cuanto a sus propiedades energéticas no difiere del gas natural convencional. La diferencia proviene de su ubicación y en como debe ser extraído. Al gas de esquisto se le suele llamar también gas natural no convencional porque requiere de medios muy especiales de extracción.

El proceso de extracción del gas requiere que se fracture hidráulicamente el lecho rocoso que lo contiene. Básicamente se inyecta agua a alta presión para romper la roca mezclada con arena y ciertos aditivos químicos que impiden que se cierren las grietas y que se separe el gas del sustrato al que está micro adherido.

En si no es un proceso nuevo, dado que los primeros métodos se desarrollaron en 1890, pero ha sufrido un importante auge como consecuencia de su combinación con los métodos de perforación horizontal del subsuelo, las mejoras en los procesos de exploración y de los avances del proceso de fracturación.

Una vez descrito el proceso de extracción nos podemos imaginar que da lugar a discusiones encendidas sobre las posibles repercusiones en el medio ambiente. Desde la emisión a la atmósfera de contaminantes, la contaminación de aguas subterráneas por el fluido de fracturación, la gestión de las aguas residuales, o el reflujo de metales pesados y materiales radiactivos procedentes del subsuelo. Además del alto índice de afectación de la superficie (pozos de extracción, carreteras, gaseoductos, …)

Si uno busca información al respecto encontrará múltiples informes de reputados organismos en un sentido o en otro. La verdad es que no existen evidencias concluyentes porque nunca hasta la fecha se había realizado de manera tan masiva este proceso de extracción. Los riesgos están ahí y las consecuencias si existen no tardaremos en verlas. Lo que la sociedad debe debatir de manera seria es si esos riesgos están debidamente considerados y las medidas adecuadas para paliarlos identificadas.

Desde el punto de vista de los potenciales beneficios debemos tener en cuenta que el gas natural puede ayudar a reducir las emisiones de CO2 al desplazar otras tecnologías de generación térmica más contaminantes.

Pero el beneficio que está impulsando en mayor medida esta potencial fuente de energía es la posibilidad de ganar independencia energética a un coste realmente barato.

Uno puede darse cuenta que el proceso de extraer el gas de esquisto debe ser más caro que el tradicional. Llamar a uno convencional y al otro no convencional es un circunloquio para evitar decir que uno es más caro que el otro en términos de explotación. Y si cuesta más extraer ¿porqué baja el precio del gas?

La razón por la que nos hacemos está pregunta es que se nos suele olvidar que el precio y el coste no son la misma cosa. El precio viene determinado por el valor que comprador y vendedor determinan como correcto para poder realizar la transacción. En este valor influyen fundamentalmente dos factores: la relación entre la oferta y la demanda por un lado y el valor en el mercado del bien sustitutivo.

Antes de la llegada del gas esquisto, con una demanda de gas creciente y unos recursos existentes menguante y/o controlado por unos pocos, el margen que puede aplicar el productor es alto. Lo que está pasando de manera local en Estados Unidos, como consecuencia de la aparición del nuevo suministro, es que se ha alterado el equilibrio de oferta y demanda permitiendo bajar los precios.

A partir de aquí pueden pasar dos cosas que maten el mito de la energía barata. El primero es que el volumen de reservas del gas de esquisto no sea el esperado. La otra posibilidad es que se haya extraído inicialmente la reservas más baratas y el coste de extracción del gas pizarra se vaya encareciendo progresivamente lo cual lleve a un repunte rápido de los precios.

En realidad nadie sabe cual es el escenario más probable. Lo que si se puede decir es que el riesgo de una burbuja energética es alto.  Como referencia en el año 2010 en Estados Unidos se estimaban una reservas de 10 trillones de m3 que pasaron en el 2011 a ser de 23,4 y en el 2012 de 13,6. Si esto hubiese ocurrido en el mercado del petróleo las consecuencias hubieran sido dramáticas. Otra referencia la tenemos más cerca, en Polonia, donde se ha pasado de la euforia de la independencia energética a casi el abandono de cualquier actividad una vez se constataron las reservas reales.

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